Historia de una familia

140 rue du bacEsta es la Casa Madre de las Hijas de la Caridad. Con ellas, con su historia, nos sentimos vinculados.
La Compañía de las Hijas de la Caridad, fundada en 1633, fue la obra maestra común de San Vicente y de Santa Luisa. Se desarrolló la Compañía en el mundo entero, siendo fiel a su vocación. Cuando, un día del año 1830, llegó a la calle del Bac, para ser novicia, una joven borgoñona de 24 años…
A las apariciones de la Virgen Santísima a Catalina Labouré y a la difusión de la medalla milagrosa siguió un extraordinario aumento de vocaciones, tanto para las Hijas de la Caridad como para los Padres de la Misión. El fervor creció más que nunca.carte du monde fdlc
A lo largo de los años, la Compañía siguió cumpliendo su servicio respetando el espíritu de los fundadores: humildad, sencillez, caridad.
Hoy, las Hijas de la Caridad están presentes en 91 países de los cinco continentes, sobre todo en los más pobres. Son aproximadamente 20 000 en el mundo. En Europa, son 13 000. En Francia, 1 000.


Vicente de PaúlDSC01898

Puede parecer extraño que San Vicente nos acoja en la calle del Bac, pero no hay nada más natural que honrar a los antepasados. Aquí es la Casa Madre de la Compañía, fundada en 1633 por Vicente y Luisa.

Además, ya se sabe, los santos siguen actuando en el cielo. San Vicente ha desempeñado un papel importante en la vocación de Catalina por medio de un sueño misterioso.Además, el traslado de las reliquias de don Vicente se verificó el 25 de abril de 1830, a los pocos días de llegar Catalina al noviciado de París. ¡ Qué alegría para ella el poder acompañar al sacerdote de su vocación! Mientras Catalina reza en la capilla de la calle del Bac, durante tres días seguidos, San Vicente le enseña su corazón, en tres colores distintos, como queriéndole anunciar que la hora de su misión estaba próxima.

Llega el día señalado: la víspera de la fiesta de San Vicente, el 18 de julio de 1830, Catalina oye la conferencia de una hermana sobre el amor de San Vicente por María Inmaculada. Estas palabras despiertan en ella el ardiente deseo de ver a Nuestra Señora. Se duerme, pidiendo a San Vicente, a quien admira tanto, que le obtenga de Dios la realización de su deseo. Después de tan atrevida plegaria, se duerme Catalina… la despierta un ángel… 


Luisa de Marillacste Louise

Santa Luisa sentía un amor inmenso por la Virgen María:
“Me entrego a ti, Virgen Santísima, para entregarme más totalmente a Dios”.
A pesar de las controversias que existían en la Iglesia, Luisa está convencida de la Concepción Inmaculada de la Madre de Dios y desea que ésta sea aceptada y celebrada ya que
“La Virgen Santísima es la única criatura pura que le fue siempre agradable a Dios”.
Según sus deseos, las Hijas de la Caridad, cuando rezan el rosario, añaden al fin de cada 1decena la siguiente invocación, la que aparece en letras de oro en la cúpula de la Capilla:
“Santísima Virgen, creo y confieso tu santa e inmaculada concepción”.
En 1644, Santa Luisa consagra a la Compañía de las Hijas de la Caridad a la Virgen María, durante una peregrinación a Chartres. Las últimas palabras de su testamento espiritual revelan su devoción mariana:
« Cuidad mucho de servir a los pobres y en particular, de vivir juntas en una fuerte unión y cordialidad, queriéndose unas a otras, para imitar así la unión y la vida de Nuestro Señor, y rogad mucho a la Santísima Virgen que sea vuestra Unica Madre. »


 Catalina LabouréCatherine Labouré

Catalina Labouré nació el 2 de mayo de 1806 en un pueblo de Borgoña, Fain-les-Moutiers. Es la octava de los diez hijos de Pedro y Magdalena Labouré, propietarios de una granja. La muerte de Magdalena, a los 46 años de edad, causa el duelo de la familia. Catalina, llorando, sube a una silla para abrazar la estatua de la Virgen Santísima y declara: “Ahora serás tú mi mamá”.
A los 24 años, Catalina, después de vencer muchos obstáculos, entra para ser novicia en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad, calle del Bac en París Es aquí, en la capilla, donde la Virgen Santa se le aparece algunos meses más tarde; por primera vez, el 19 de julio de 1830, par anunciarle una misión y, por segunda vez, el 27 de noviembre del mismo año para revelarle la medalla y encargarle que la haga acuñar. El año siguiente, acabado ya el seminario, Sor Catalina es destinada a Reuilly, que era entonces un suburbio desheredado de la parte sudeste de París.Hasta el final de su vida, cuidará de los ancianos, guardando el incógnito total, mientras se va difundiendo la medalla de manera milagrosa por el mundo entero. Catalina Labouré muere el 31 de diciembre de 1876, en paz: “Me voy al cielo a ver a Nuestro Señor, a su Madre y a San Vicente”. En 1833, cuando su beatificación, se abre la tumba de la capilla de Reuilly. El cuerpo de Catalina se había conservado intacto y fue trasladado a la capilla de la calle del Bac para ser instalado debajo del altar de la Virgen del Globo.